Artículo original de El Debate
Por Editorial de El Debate
Sánchez se ha limitado a asumir un «impuesto revolucionario» que pone en jaque a la Constitución, la propia idea de España y su arquitectura institucional. Y lo ha hecho con una debilidad política, agravada por los galopantes casos de corrupción que le acechan, que sin duda seguirán explotando los chantajistas capitaneados por Puigdemont.