Artículo original de: El Debate
Por Jaime Mayor Oreja
Aunque en la vida la expresión del cariño y admiración hacia una persona nunca está de más, en mi caso, una obviedad hacia la trayectoria de Alejo Vidal-Quadras, pienso que, en estos momentos, mis palabras no pueden limitarse a este objetivo.
Digo obviedad porque ambos hemos coincidido siempre en lo esencial, en el diagnóstico de España y del fenómeno nacionalista durante muchísimos años, Alejo sabiendo poner siempre el acento en su personalidad liberal, y en mi caso, acentuando los fundamentos cristianos de nuestra sociedad. Pero siempre convergiendo, sumando y coincidiendo.
Mi modesta contribución, mi homenaje, no puede por ello circunscribirse al simple elogio, sino me encuentro en la obligación de trasladar al ámbito público lo que para mí es una convicción, una certeza moral.
Alejo ha sufrido este intento de asesinato, porque no era simple amedrentamiento, por sus profundas convicciones, por su histórico papel en Cataluña, en la defensa de la libertad y de España. Esta afirmación exige una explicación.
Cuando en los meses siguientes al atentado del 11M del 2004, cuando Rodríguez Zapatero y ETA arrancaron el proceso letal y suicida, que hoy se empieza a comprender, en el momento en el que lo denuncié, muchos, algunos muy significativos, me dijeron, me echaron en cara, que no tenía pruebas para esta denuncia, que quizá era una obsesión enfermiza que tenía con ETA, derivada de mi trayectoria política y personal.
Hoy, para explicar el atentado a Alejo, tampoco tengo pruebas, pero tengo la misma certeza moral que entonces, porque la casualidad casi nunca existe en este tipo de procesos, en la vida pública en general. Y la inmediatez del mismo tras el acuerdo alcanzado por Puigdemont y Sánchez, en modo alguno, no puede pasar desapercibido.
Los jueces tienen la obligación de aportar pruebas, los políticos tenemos que saber arriesgar un diagnóstico y los hechos, con el tiempo, dirán si tenía razón o no. Si nuestro diagnóstico era verdad, o si por el contrario, estaba equivocado.
No tengo información y por ello, ni quiero ni puedo competir con los competentes, estoy seguro de ello, investigadores de la policía que trabajan en este caso. NO compito en la determinación de la autoría del atentado: iranís, rusos, extremistas nacionalistas…
Lo único que afirmo es que la inmediatez del atentado tras el referido acuerdo no puede ser casual, dada la personalidad y el significado de la figura de mi amigo Alejo.
De la misma forma, en el atentado del 2004, no fue casual el hecho de la elección de la fecha de realización del mismo, ante la proximidad inmediata de unas elecciones generales.
El atentado de Alejo se produce con marcado ánimo desestabilizador, en una España que ya se ha convertido en caldo de cultivo para la inestabilidad.
Cuando saltas al vacío, cuando estás destruyendo la nación y el Estado de Derecho, esta situación atrae como un imán este tipo de acciones.
De la misma forma que el atentado del 11M, tenía como objetivo esencial un cambio total de dirección para España, y vaya si lo consiguió, en este atentado, el objetivo era el desasosiego, la fractura social, en definitiva la desestabilización. ¡Qué diferente hubiera sido la impresionante manifestación del domingo pasado, a la que tuve ocasión de asistir, si Alejo hubiera sido asesinado!
Por ello, trataron de matarle, por su significado, y en consecuencia, por los efectos perturbadores para la convivencia que podrían significar este asesinato.
Las venganzas, sean islamistas o iraníes, tienen 365 días en el calendario para llevarlas a cabo. No tiene sentido alguno que se produzcan horas después de un acuerdo trágicamente histórico, o días antes de una elección trascendental.
Dos conclusiones y enseñanzas tras el atentado. En primer término, España se ha convertido en un inquietante caldo de cultivo, un pasto de incendio, que atrae este tipo de acciones en el que se busca la cerilla para el incendio. Pero también la segunda enseñanza, la trayectoria impecable, admirable de Alejo Vidal-Quadras, que le hizo ser víctima de atentado.
Es por ello el momento de saber recordar y elogiar el papel histórico de Alejo, su defensa de la libertad y de España en Cataluña.
Es el líder que comprendió como nadie el papel que corresponde a una opción de centro derecha en Cataluña, que tiene que hacer de la defensa de la libertad frente a una moda dominante de carácter totalitario y del acento de la nación española, sus señas de identidad.
Alejo aprendió que su fortaleza es la defensa de la libertad y de España en Cataluña, mucho más que unas siglas. Hoy tenemos la alegría y la esperanza de que podemos seguir contando con esta personalidad para el futuro.