Artículo original de PáginasDigital.es
Por Fernando de Haro
El nacionalismo, el soberanismo, es una respuesta demasiado rápida, ante la gran pregunta que ha planteado la edad secular. La secularización nos obliga a preguntarnos qué tiene sentido. Y el nacionalismo, la idolatría de la nación, ofrece una respuesta que tiene la forma de un “vicio”: empequeñece la razón, destruye el misterio de los otros, solo tiene como contenido el poder.