Artículo original de: VozPopuli
Por Víctor Lenore
En los últimos días, hay quienes han intentado caracterizar el despido de Fernando Savater por El País como un acto de censura. Diría que no lo es: el discurso público del filósofo era legítimamente duro contra su propia cabecera, lo agitó en medios de la competencia y además su último libro (Carne gobernada) no hacía prisioneros al hablar de los defectos del diario tras el sanchismo (no se salvan de los dardos directivos ni compañeros). Por suerte para todos, gracias a sus méritos y a la intensa conexión con el público, Savater es hoy alguien incensurable, ya que tenemos un frondoso ecosistema mediático donde siempre encontrará buen acomodo. Es algo por lo que debemos felicitarnos. El autor de Ética para Amador, La aventura de pensar y Solo integral -entre muchos otros títulos- tiene un alcance cultural que PRISA no puede condenar al silencio.
Dicho esto, existe en España un problema con la cancelación de contenidos, que tiene todas las papeletas para ir a más. Me refiero intento de usar la lucha por la libertad de expresión con fines meramente partidistas. Nuestro ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha prometido una Dirección General de Derechos Culturales, con especial atención a combatir la censura. El camino al que aspira está claro, ya que ha felicitado de manera pública a Rocío Antela, concejala de cultura de Mieres -y exminera- que ha programado en el municipio asturiano un ciclo titulado Caja de Resistencia, que acogerá todos las contenidos a los que Vox ha mostrado rechazo (desde la obra de Paco Bezerra sobre Santa Teresa hasta el clásico de Virginia Wolf Orlando, pasando por la película infantil Lightyear, entre otros). El ciclo no puede ser más tramposo ni más estéril, ya intenta transmitir la idea de que solo la derecha hace presión contra los contenidos que le disgustan, cuando la izquierda actúa igual o peor.