Artículo original de: La Razón
Por Antonio Alarcó Hernández

Sin duda, la demografía constituye uno de los problemas actuales más preocupantes de la sociedad española que se está manteniendo de forma crónica y que siempre representa un error de planificación política (no ideológica). Buena prueba de ello es que esta semana se ha conocido el último dato demográfico que resulta desolador, ya que, por primera vez, los nacimientos bajan de 300.000, concretamente se quedaron en 294.854 niños en los once primeros meses de 2023, y esto supone 6.504 menos que en el mismo periodo del año anterior. Sería bueno recordar la definición de demografía, que es la disciplina encargada de estudiar a las sociedades, su natalidad, mortalidad, evolución, dimensiones, etc. que tienen una enorme importancia. En octubre de 2023 publicamos un artículo en donde hablábamos de esta problemática demográfica de España poniendo una vez más sobre la mesa este enorme problema y las posibles soluciones que siguen sin tomarse. Además, afirmando en este mo- mento que una realidad demográfica como la ignorada siempre pasa factura y que pre- para su venganza. Entrando ya en 2024, no solamente la problemática de la natalidad y el envejeci- miento no se soluciona, sino que empeora, poniendo en cuestión de forma evidente el futuro del Estado de Bienestar español.El problema del envejecimiento de la población, aparejado al hecho de la escasa natalidad que tiene nuestro país, obliga a tomar una serie de medidas urgentes para solucionarlo que requiere de la puesta en marcha de una enorme labor de ingeniería social y estudiar la dependencia irrenunciable de la inmigración legal, para garantizar la sostenibilidad de nuestro país.

La inmigración legal es un factor corrector necesario para no comprometer el desarrollo socioeconómico de un país como España y no depender de las variables de flujo migratorio y así no tener sobre nosotros la espada de Damocles de la dependencia y la incapacidad de previsión económica fundada en una autosuficiencia poblacional. Entre otras cosas, no hay pen- siones sin demografía. La necesidad de planificar bien esta problemática y la toma de medidas urgentes haría que las soluciones tardasen todavía años. Desde 2017, la población española crece poco y a un ritmo desigual, lo que ha hecho que los estudios demográficos de 2023, sean otra vez negativos, -2,3%, luego, quiere decir que fallecen más personas que los nacimientos que se producen, aumentando un 1.3 negativo con respecto a 2022. Los estudios demográficos realizados desde 2017 hasta la actualidad demuestran datos importantísimos y algunos sorprendentes.

Uno, que fallecieron en España la mayor cifra desde 1941 en el 2017, 423.643 residentes, un 2,3% más que en 2016, viendo por tanto que siguen habiendo más fallecidos que nacimientos, quedando un saldo negativo que no se ha corregido en ningún momento hasta la fecha actual. El logro social que representa que España sea el país del mundo donde la expectativa de vida de la mujer sea, junto con Japón, la más alta, 86,3 (ha subido un punto en 2023) y el hombre 83,2, unido al déficit de nacimientos, hace que este dato positivo de expectativa de vida se pueda convertir en un hándicap por la escasez de nacimientos. Además, se suma la marcha constante y en aumento de ciudadanos españoles que se van del país pasando en 2017 de 317.878 a más de medio millón en 2023. En resumen, se podría decir que la población envejece y se reduce sin que se produzca el número de nacimientos nece sarios para que tomen el relevo y mantengan la sostenibilidad del llamado Estado de Bienestar.

Una vez más, hay que decir que España no puede ni debe continuar por noveno año consecutivo con el menor número de nacimientos y un descenso de más del 20% desde 2008. Esto es un error muy grave que contribuye a que la demografía se convier- ta en una dictadura por sus consecuencias. La necesidad de medir de forma constante resulta imprescindible para poder gestionar cualquier problema. El circulo vicioso se completa con que un país como España «se permita el lujo» de jubilar al talento, pues el derecho evidente e intocable a jubilarse no tiene que ver con la obligación a hacerlo, porque habiéndole ganado 16 años a la vida en los últimos 40 años, las cosas tienen que cambiar. Resulta del todo irracional mantenerlo así y no tomar las soluciones adecuadas lo antes posible. Si reconocemos como es evidente que la Sanidad es un pilar básico del Estado del Bienestar, el no solucionarlo implica un error político y social de consecuencias gravísimas y además injustas. Por todo ellos ignorar la realidad siempre pasa factura. Basta ya.

 

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