Artículo original de Revista Estar
La esperanza despierta siempre lo más hermoso y encauza lo auténticamente viable. Y, como hemos visto a través de la historia, Dios hace surgir, en medio del escepticismo incrédulo o del cansancio cómodo y cobarde, una generación que acepta tener el oído en el corazón de Dios y el pulso en la historia de los hombres.