Artículo original de: La Gaceta de la Iberoesfera

Por: Hughes

Una de las cosas más abominables sin dejar de ser cómicas de esta semana en el Congreso fueron los minutos de Aitor Esteban, hijo de soriana (algo que se debería añadir siempre a la mera mención de Aitor Esteban) y político al que la izquierda madrileña trata como si fuera el mismísimo Bismarck. Él no parece muy en desacuerdo y diríamos que se ve obligado a dar lecciones cada vez que sube al estrado. Esta vez se permitió hablar de cómo somos los españoles. «Los españoles son así, bla, bla, bla», acompañando esto de cierto tono imitativo.

Esteban, cuya condescendiente chulería es ya como el tercer león del Congreso, se cree la última Coca-Cola del desierto y la razón es que habla la primera lengua de la Creación. «Somos una nación, ya lo creo que somos una nación», dicho con ese acento como de estar retorciéndole la oreja a alguien. «Porque tenemos un idioma propio y ese idioma no proviene del latín, ni siquiera es indoeuropeo, ni está emparentado con ningún otro idioma».

Se puede presumir de muchas cosas, pero ¿de no tener nada que ver con el latín? ¿Es bueno? ¿Se es más? Su orgullo de extiende a no tener que ver nada con lo indoeuropeo, que es un poco como decir que cuando los arios iban, ellos ya volvían. Sin embargo, todo eso ¿qué significa realmente? La lengua yupik de los esquimales también es así.

La vanagloria va más allá: el euskera no tiene parientes. Y esto, que es la repanocha, con lo que tantas cosas se ha querido justificar, tampoco constituye una razón para tener Estado. Matar sí, matar puede dar Estado, pero hablar o más bien tener una lengua singular, aislada, sin parentescos, no lo da, porque si así fuera, los mapuches, los hablantes del mapudungún, lo tendrían, o lo tendrían  los habitantes de la isla japonesa donde se habla la lengua ainu.

Por supuesto, que el euskera sea una lengua rara no justifica tener un Estado, solo justifica la chulería de Aitor Esteban.

Que sea una lengua aislada no dice gran cosa en sí mismo, salvo que esa lengua ha tenido que comunicar bien poco. Pero lo importante no es eso, lo importante es lo bien que esto le hace sentir a Aitor Esteban y a los que son como Aitor Esteban. Qué nivel de paleolítico interior hay que tener para sacar pecho por no haber tenido contacto con el latín… Por supuesto, esto puede decirlo sin traumas porque lo dicen en español, lengua romance, y disfrutando de la romanización, que será una vulgaridad pero tiene sus ventajas.

Sacar pecho de no venir del latín es como presumir de no conocer la rueda, de no haber tenido contacto con la notación musical, la geometría euclidiana, la filosofía griega o la imprenta.

El vasquismo es una cosa bien curiosa. Han vivido abiertos al mundo en un imperio-país, cristianizados, romanizados y globalizados, y utilizan la segunda lengua del planeta para comunicarnos que nada de la cultura universal les ha rozado un pelo, que son como los japoneses olvidados en una isla, los esquimales y los mapuches. El vascuence provendrá del mismísimo Génesis, pero para presumir de ello lo tienen que hacer en español, razón que quizás explica no tanto la necesidad de un Estado como la forma de pronunciar el español, con unas ínfulas barbáricas y un enojo rupestre, como si no descendieran del Cid, sino de la misma pata de Cromañón.

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