DEFENDEMOS ESPAÑA NACIÓN
España es una gran nación que ofrece un marco de convivencia sólido y duradero
La nación española sufre ataques injustificados y recurrentes que la señalan como responsable de las mayores desgracias del siglo XX. Sin embargo, España es una gran nación, con una historia milenaria y una cultura común de extraordinario valor y riqueza, que va más allá de las diferentes normas constitucionales que ha tenido el país durante su historia.
España es también una patria con referentes sólidos y duraderos, una patria que acoge y protege a sus integrantes, y que les dota de libertad y seguridad.
Nuestras convicciones
Podemos y debemos sentirnos orgullosos de nuestra patria.
Tenemos un compromiso con las generaciones anteriores y futuras de mantener el legado de nuestra patria.
La Nación tiene un apoyo natural. No se fabrica.
Frente a nacionalismos disgregadores e insolidarios, la Nación ofrece una alternativa de convivencia plural.
Al defender España, también defendemos la paz, la libertad y la seguridad.
A qué decimos «NO»
A la mesa de negociación entre el Gobierno Español y la Generalitat de Catalunya
España es una Nación, no una nación de naciones. Esta Mesa de Diálogo constituye además un precedente que será copiado por otras comunidades y que conduce a un invento o reinvento de una España que está fuera de la Constitución y, sobre todo, alejada de la Historia y de los fundamentos de nuestra nación.
La fortaleza de la Nación, el respeto de cualquier comunidad autónoma es incompatible con una Mesa que tiene el objetivo último de modificar la estrategia territorial de todos los españoles.
No se puede decidir el futuro de todos desde una negociación con una comunidad.
A la formulación de una autodeterminación pactada
El objetivo de todas las opciones nacionalistas ha sido, es y será la aproximación al derecho a la autodeterminación. En Cataluña, hoy vanguardia del movimiento nacionalista, la reivindicación es diáfana e inequívoca. En el País Vasco, la formulación de este objetivo irrenunciable de los nacionalistas se sustancia hoy en la reivindicación de un nuevo Concierto político, además del económico, de la bilateralidad de relación y de una anacrónica vuelta a la situación política previa a 1839.
Las demás comunidades con fenómenos nacionalistas irán a rebufo, a la espera de lo que consiga la vanguardia del movimiento. Pero en el fondo, su reivindicación, la de todos ellos, hacia el derecho de autodeterminación es exactamente la misma, que se formula más abiertamente desde las formaciones nacionalistas y la Generalitat de Cataluña.
Hay consenso general a nivel mundial europeo que solo a las naciones les corresponde el ejercicio de la soberanía. Una vez que esta, a través de los procesos constitucionales propios de cada una de ellas, la ha recibido de sus anteriores titulares.
Es profundamente inmoral y desmoralizador para el conjunto de la Nación, que una parte de ella, en virtud del movimiento nacionalista, consiga ventajas que son negadas a las demás comunidades. Este trato es vejatorio para el resto de comunidades y para cada uno de los españoles.
Estas injustificables concesiones, que no están respaldadas por la Constitución ni por la Historia, ni por ninguna costumbre, reducen la política al ámbito del cambalache, de la continua puja de las demás comunidades autónomas para alcanzar el mismo rango que la primeramente beneficiada. Constituye una evidencia el efecto disolvente de la solidaridad nacional que ello comporta.
Por otra parte, ninguna nación permite una constante autodeterminación de sus elementos integrantes. La permanencia, en definitiva, la perseverancia, es esencial para cualquier organización o asociación. Sin esa seguridad y permanencia se condiciona el vínculo y se le pone en continuo de extinción.
La consecuencia de este proceso es la debilidad permanente como nación. Fortalecimiento y debilidad, es la disyuntiva a lo que nos enfrentamos, como se pone de manifiesto estos meses recientes.
Una sociedad y un Estado tan complejos como los actuales, sometidos en la actualidad a tantas tensiones, no puede soportar ese sentimiento de provisionalidad que, además, le convierte en fácil objetivo de sus enemigos exteriores.
Los conflictos más graves imaginables estarán servidos, tanto internos como externos, como se ha puesto de manifiesto recientemente en Ceuta.
No es sólo la unidad. Es también la paz y la libertad lo que está en juego.
Una generación de españoles no tiene derecho a romper lo recibido de las generaciones anteriores, sino que tiene la obligación de entregarlo a las futuras.
Al modelo de Quebec o a modelos que persiguen una España confederal
El modelo de Quebec, a través de la Ley de Claridad, constituye el secreto objetivo de todas las formaciones nacionalistas. No solo fracasó en Quebec, y le llevó a una lamentable situación posterior, sino que es absolutamente implacable en España, salvo que queramos romper la unidad nacional.
La estrategia a través de la ley, obviando en su arranque la formulación de la autodeterminación, pero legalizando y legitimando referéndums varios y sucesivos, constituye un proceso perverso e incompatible con la naturaleza de la nación española.
Lamentablemente en el fondo hemos seguido la estela de los procesos de Paz del Ulster y de Colombia, y algunos hoy sueñan con que sigamos las de Quebec, lo que significaría un error de dimensión histórica.
El avance retorcido y sofisticado hacia una España confederal constituye un retroceso histórico de incalculables consecuencias.
Al ataque sistemático al idioma español
A la tergiversación y deformación del papel histórico de España
Grupo de trabajo
COORDINADOR
Jaime Mayor Oreja
Impulsor de NEOS