Ana del Pino – NEOS Coordinación de Proyectos
El contexto global actual es cada vez más complejo. Hoy asistimos al rápido cambio en los procesos locales y globales, a espectaculares avances tecnológicos en nuestros días que nos han facilitado el acceso al conocimiento como nunca hasta ahora, a que vivamos más y mejor …
Somos testigos de la llamada era de la globalización en la que el “pseudo-reconocimiento” de la dignidad humana y la lucha por proteger los derechos humanos fundamentales se ha vuelto aún más compleja y desafiante. Cada día y de forma reiterada son promulgadas por gobiernos y organismos internacionales nuevas y numerosas protecciones de los derechos humanos, pero de manera paradójica los ciudadanos observamos cómo las amenazas graves y las violaciones flagrantes de los derechos humanos aumentan hasta alcanzar niveles asfixiantes e incluso intolerables.
Esta situación ha provocado el aumento y la participación cada vez mayor de organizaciones de ciudadanos para liderar el establecimiento de comunidades justas, participativas y defensoras de los derechos fundamentales inherentes al ser humano y ello porque el mundo parece ir en la dirección opuesta, hacia la destrucción de lo conseguido a lo largo de su historia.
Estas “nuevas comunidades” se fundamentan en una cultura que afianza y protege los derechos humanos, la verdad, la libertad y la dignidad humana como forma de vida. Las formas organizativas que trabajan en la defensa de los fundamentos de nuestra civilización han aumentado en las filas de la sociedad civil, a pesar de que se convierten ellos mismos en grupos amenazados en no pocos casos. A través del trabajo y la presencia de estas organizaciones no gubernamentales y otras formaciones de comunidades cívicas en todos los niveles —local, nacional, regional, global— la “agenda globalizadora” se enfrenta a nuevos desafíos de múltiples formas y este trabajo y presencia civil debe ser protegido y salvaguardado por las instituciones y recogido por los medios de comunicación.
Nuestra civilización parece que se agota en una maraña de leyes e iniciativas que niegan el derecho a la vida del más vulnerable (el no nacido, el enfermo, el anciano), que niegan la biología humana, la verdad, la libertad y en definitiva la propia dignidad del ser humano. Este agotamiento producto de la sinrazón y de la negación de la verdad de nuestros fundamentos cristianos, está provocando una llamada lúcida a la responsabilidad colectiva que en las fechas en las que celebramos la Navidad, si, la NAVIDAD -y no otra suerte de evento festivo-estacional- nos guía y nos ilumina como la Estrella de Belén, con una mirada de esperanza y no de desesperación.
¡FELIZ NAVIDAD!