“Ermitaño Urbano” fue el apodo que varias veces utilizó el padre Castellani para referirse a él mismo al firmar sus artículos. Es en realidad el estado de vida de casi todos los cristianos, especialmente cuando se vive en una sociedad que le ha dado totalmente la espalda a Dios, con una secularización tan agresiva que hace que atravesemos horas especialmente estériles y destructivas.
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