Como todos los años, llegada la primavera y coincidiendo con la primera luna de esta estación, luna de Parasceve, se celebra la Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret. Pero realmente ¿murió Jesús en la Cruz?. Últimamente es cada vez mas frecuente ver, escuchar y leer opiniones de personajes que afirman que Jesús sobrevivió a la cruz, rehízo su vida y murió de muerte natural como otra persona mas. Como ejemplo de esto podemos citar a Andrea Faber-Kaiser y su libro Jesús vivió y murió en Cachemira.
Porqué tiene trascendencia preguntarse si Jesús murió en la cruz. Por que sin muerte no hay resurrección y ésta es el hecho diferenciador, definitivo y nuclear del cristianismo. El mismo San Pablo en su 1ª Carta a los Corintios afirma que si la resurrección es incierta vana es nuestra fé. Por tanto afirmar que Jesús no murió en la cruz lleva implícito que no hubo resurrección y si esto no ocurrió, el cristianismo es un fraude. Esta afirmación supone un torpedo en la línea de flotación del cristianismo.
Es casi unánime que quienes afirman que Jesús sobrevivió a la cruz no lo fundamentan desde un punto de vista fisiopatológico. La Pasión de Cristo ha sido estudiada por colegas de distintas especialidades; traumatólogos, patólogos, forenses, cardiólogos, internistas, etc. Pero apenas hay estudios realizados por una especialidad que tiene una visión mas global, integradora e interrelacionada de la fisiopatología humana como es la Medicina Intensiva, que se dedica al paciente crítico o potencialmente crítico. Además esta especialidad es la que habitualmente se encarga del manejo y tratamiento de los pacientes politraumatizados críticos, que es como se clasificaría a Jesús, desde un punto de vista médico, tras la Pasión.
Sintetizando mucho, las alteraciones anatómicas que sufrió Jesús, tras la pasión, crucifixión y golpe de lanza dada por Longinos, fueron: desgarros de piel y tejido celular subcutáneo, afectación de la musculatura, especial mención hay que hacer a la gran afectación que sufrieron los músculos intercostales, abdominales y torácicos, ya que su alteraciones van a influir mucho en la mecánica respiratoria, vasos sanguíneos, terminaciones nerviosas, contusiones pulmonares, cardiacas, hepáticas y renales fundamentalmente. Estas van a dar lugar a dolor, deshidratación, hematomas, hemorragias, alteración de la mecánica respiratoria, lo que va a originar disfunción en el intercambio de gases a nivel pulmonar, alteración de las funciones cardiohemodinámica, renales, metabólicas, de la coagulación, así como una mayor predisposición a padecer infecciones. Quizás las funciones mas afectadas a corto plazo y que podían originar la muerte fueron: la respiratoria, que además de estar afectada por la afectación muscular, también estaba alterada por el trastorno que originaba la posición, al ser crucificado, sobre la mecánica respiratoria haciéndola insuficiente e ineficaz para mantener unos niveles adecuados de oxígeno en sangre. Otra función profundamente afectada fue la cardiohemodinámica, fuertemente afectada por la hipovolemia secundaria a la deshidratación, hematomas y hemorragias. Estas se vieron agravadas por las consecuencias de la lanzada dada por Longinos, que originó un neumotórax a tensión abierto, taponamiento cardiaco y/o exanguinación por laceración de la cavidad cardiaca. Son estos procesos mortales a corto plazo si no se trata de forma inmediata.
Tras el análisis fisiopatológico de la pasión podemos afirmar que la probabilidad de supervivencia sin un tratamiento precoz y eficaz es nula. La causa mas plausible de la muerte fue la asfixia apoyada por el shock hipovolémico / hemorrágico y el shock distributivo que presentó como consecuencias de las lesiones anatómicas originadas durante todo el proceso.
Como resumen diremos que tras la pasión, Jesús, tenía lesiones incompatibles con la vida a corto plazo; neumotórax a tensión abierto y la laceración de la cavidad cardiaca. Además presentaba otras alteraciones fisiopatológicas con resultado de insuficiencia en otros órganos; renal, metabólico, hematológico y mayor predisposición a sufrir infecciones, que podían matarlo a medio-largo plazo. Si objetivamos la posibilidad de muerte teniendo en cuenta las escalas de supervivencias que usualmente se usa en una Unidad de Medicina Intensiva, Injury Severety Scale (ISS), Trauma Score (TS), etc, la posibilidad de supervivencia es nula o escasa si aplicamos precozmente y de forma eficaz un tratamiento efectivo, consistente en aislamiento de la vía respiratoria y conexión a ventilación mecánica, colocación de un drenaje torácico, canalización de vías e infundir fluidos y hemoderivados, resolución quirúrgica de las lesiones cardiacas, administrar antibióticos, soporte renal y metabólico… Sin estas medidas la posibilidad de supervivencia es nula.
Si aceptáramos que llegado a este punto, Jesús de Nazaret se desmayó y no murió, el tiempo que estuvo clavado en la cruz prácticamente sin respirar y con alteración de la función cardiohemodinámica, hace que la probabilidad de supervivencia fuera también nula. Ya que habría una hipoxia importante y una disminución importante del flujo sanguíneo cerebral (FSC). El cerebro no tiene capacidad de almacenar oxígeno ni glucosa por lo que depende, su funcionamiento, de que haya FSC constante que aporte oxigeno y glucosa a la neurona. Por cada minuto sin que llegue FSC a las neuronas la posibilidad de lesión incapacitante de la neurona asciende entre un 7-10%. Por lo que si estuvo mas de 30 min colgado sin ser descendido (tiempo mínimo que José de Arimatea pudo consumir para conseguir que Pilatos le diera el cuerpo), la posibilidad de lesión neuronal irreversible y de muerte de las mismas es casi del 100%.
Tras este análisis fisiopatológico podemos decir que la posibilidad de supervivencia de Jesús a la Pasión y Crucifixión fue nula.
Currículum del autor.
- Manuel Pérez Alé nacido de Utrera en el año 1967 por lo que tiene 58 años, casado y con 2 hijos.
- Cursa estudios básicos, BUP y COU en el Colegio Nuestra Señora del Carmen (Salesianos) de Utrera.
- Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Sevilla (1992)
- Médico de las Fuerzas Armadas por oposiciones desde el año 1995. Actualmente ostenta el empleo de Coronel y con destino en La Unidad de Reconocimiento Pericial Nº3 de Sevilla.
- En Sevilla, Médico de la UCI del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón.
- Especialista en Medicina Intensiva desde el año 2005.
- Especialista en medicina de urgencia y Soporte Vital Avanzado en Combate..
- Médico de vuelo realizado en el Centro de Instrucción de Medicina Aeroespacial (Torrejón de Ardoz)
- Capacitación en Medicina en ambiente Hiperbárico.
- Doctor por la Universidad de Sevilla con calificación Cum Laudem.
- Ha participado:
- Formando parte del equipo de estabilización en el Conflicto de Bosnia Herzegovina en el año 1998.
- Como médico intensivista en la UCI del hospital de la OTAN en Kosovo (año 2005)
- Como médico intensivista en la UCI de hospital de la OTAN en Herat (Afganistan) en los años 2006, 2009, 2011, 2014 y 2015.