Lo que parecía inconcebible es ya una realidad: el horror de la guerra ha regresado a suelo europeo. El sufrimiento de tantos ucranianos nos interpela y nos hace unir nuestra voz al clamor que condena la invasión rusa y exige el cese inmediato de las hostilidades y la retirada de las tropas rusas que han invadido Ucrania.

La invasión de Ucrania nos ha despertado de un largo e intoxicante letargo. La guerra sigue siendo una posibilidad de la que hay que protegerse: el viejo principio latino, si vis pacem, para bellum, si quieres la paz, prepárate para la guerra, sigue estando lamentablemente vigente.  Ni la firma de manifiestos ni los “talleres de educación para la paz” bastan para evitar una agresión militar.

El amor a la patria y la determinación de los ucranianos, dispuestos al sacrificio hasta dar la vida luchando contra el invasor, son ahora el motor de una defensa real. Es un amor a la patria que no les hace menos europeos, al contrario, y que debemos urgentemente recuperar también nosotros. Desde NEOS, la alternativa cultural creada para la defensa de los fundamentos cristianos, creemos además en estos principios como respuesta solvente frente a las amenazas que hoy sobrevuelan nuestro modelo de civilización.

El estado-nación no es una institución arcaica destinada a disolverse en una cultura global y cosmopolita, sino una realidad vital para seguir viviendo en libertad y, tal y como nos están demostrando los ucranianos, es perfectamente compatible con otros ideales de integración entre naciones. No cabe decir que Rusia inició una invasión por ser un estado nación y que si no lo fuera esta guerra nunca se hubiera existido. Cualquier guerra se inicia por los odios, incomprensiones, prejuicios, ambiciones y visiones inhumanas de los líderes de los pueblos, no por la existencia de los estados.

También hemos aprendido que ser dependientes energéticamente es una debilidad que pueden aprovechar quienes quieran imponernos su fuerza bruta. Debemos reconocer que, en materia energética, la aplicación de la Agenda 2030 ha alimentado el expansionismo ruso. Es necesario empezar a rectificar esta apuesta ideológica y poco realista.

Asimismo, hemos redescubierto que las fronteras nos protegen y que quienes defienden su existencia no son peligrosos xenófobos. El ejemplo de Polonia, abriendo sus fronteras a todos los refugiados ucranianos, demuestra que defensa de la identidad nacional y solidaridad no están reñidas. Es una lección de la que deberían tomar nota quienes, desde la Comisión Europea o el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, desde hace años se empeñan en atacar a Polonia y Hungría por su decisión de defender la vida de sus compatriotas, también antes de nacer, y por preservar el núcleo de su herencia cristiana que los identifica como naciones. Lo que están haciendo ahora estos países, hasta ahora demonizados desde Bruselas y Estrasburgo, es desmentir el relato oficial.

El amor a la patria, la defensa de su cultura y los esfuerzos para que todos sus compatriotas lleguen a nacer forman parte de la misma mentalidad con la que los ucranianos se están enfrentando valientemente a los invasores. Esa es la verdadera mentalidad de paz, que va de la mano de la justicia, y no la que se nos pretende imponer desde un globalismo demencial y con intereses ocultos.

La mentalidad relativista predominante en la Comisión Europea y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos da forma a un mismo paquete: niega el derecho de los pueblos a preservar su cultura, la vida de sus no nacidos y el desarrollo de las familias. Es esta narrativa disfrazada de “progreso” la que ha hecho a los países europeos más débiles y ha creado un contexto para que el agresor se lance a la locura de la guerra. Estamos totalmente convencidos de que la diplomacia, el derecho y el diálogo entre pueblos debería ser la vía para resolver conflictos de intereses y reclamamos a Rusia que cese las hostilidades y vuelva a la senda de la negociación. Pero también sabemos, y lo hemos comprobado, que no se pueden establecer esos canales de diálogo desde la ingenuidad paralizante. El relativismo no conduce al diálogo y a la paz, hace más fuerte al que pretende imponer por la fuerza su manera de pensar y gobernar.

Desde NEOS pedimos y rezamos para que regrese la paz en Ucrania y les agradecemos a los ucranianos lo mucho que están haciendo por nosotros, por toda Europa. Como europeos nos comprometemos en hacer que las lecciones de estos días no se olviden nunca y les exigimos a nuestros líderes que tomen nota y cambien de rumbo.

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NEOS se presenta en Valencia

24 de febrero de 2022

18:30h - Ateneo Mercantil de Valencia

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